Son muchas las deformidades que pueden llegar a suscitarse en el área de los pies, ya sea por motivo hereditario, como consecuencia del padecimiento de una enfermedad o accidente. El pie cavo es una de ellas. Se trata de una anormalidad que puede controlarse siguiendo algunas estrictas recomendaciones médicas.
Seguramente has escuchado acerca de la importancia del arco plantar y su función de crear estabilidad al caminar, correr o simplemente estar de pie. Esto se debe a que, en los arcos del pie, se encuentran los conocidos huesos naviculares, cuboide y cuneiformes, encargados de crear un efecto de amortiguación en todo el pie, con respecto al trabajo de los músculos del retropié y antepié.
Sabiendo esto, es importante mencionar que el puente o la bóveda plantar no siempre es igual en todas las personas, por lo que podría experimentarse una anomalía, es decir, que la curvatura del pie no exista y la planta sea completamente recta. A esto se le denomina pies planos. Por el contrario, el exceso de altura en dicha curvatura provoca el pie cavo; mientras que si hay desviación del tobillo se denomina pie cavo valgo.
Bajo este panorama, se nos olvida el importante hecho de que, aunque caminar es un acto que el ser humano efectúa desde temprana edad, no todos los individuos lo realizan correctamente. La mayor parte de la población no pisa adecuadamente, lo que ocasiona deformaciones a baja escala y dolor en el puente del pie.
Al ser este “mal caminar” un acto inconsciente, la persona terminará exponiendo el dorso del pie a una constante presión que, con el paso de los años, debilitará el sistema de tendones y tejido fibroso que abarca del talón a los dedos, es decir, la fascia plantar.
Pie cavo: Sintomatología, causas y solución
El pie cavo se debe a una malformación en los huesos del pie, en la que el arco es más pronunciado de lo normal. Sin embargo, este no es el único indicador de dicha patología. A continuación, comentamos algunos signos que suelen acompañar al pie cavo, las causas de la patología y cómo solucionarla.
Sintomatología
Aparición de callosidad
Las personas que padecen de pie cavo tienen una menor superficie de contacto en el área de la planta con respecto al suelo, debido a la elevación del arco. Esta situación intensifica la presión en el pie al soportar la carga del cuerpo, lo que lleva a la piel de dicha área a activar sus mecanismos de defensa y hacerse más gruesa con la aparición de helomas plantares, conocidos comúnmente como callos. Igualmente, podría aparecer en el pie la hiperqueratosis, que es una acumulación de queratina en un área determinada, con el propósito de reforzar la piel.
Dolencia en algunas partes del pie
Comencemos con la dolencia en la zona plantar, que está compuesta por una serie de tejidos que abarcan del calcáneo hasta el metatarsal, es decir, desde el talón hasta llegar debajo de los dedos del pie. Se trata de un área extensa en la que se presentarán dolencias constantes, debido a que la presión intensa y focalizada causa inflamación y microrroturas en los ligamentos.
Por otra parte, está el dolor en el empeine del pie, originado por la deformación de los huesos de los dedos a causa de la contracción muscular. Asimismo, destaca el dolor en el arco del pie y la zona delantera, como consecuencia del exceso de carga.
Falta de estabilidad al pisar
Una vez más, el exceso de curvatura en el puente de los pies es el responsable de tener una pequeña superficie de apoyo en la planta que, al pisar, no genera el adecuado nivel de estabilidad.
En este sentido, el pie de la persona no consigue el apoyo necesario en la zona externa, por lo que el peso se orienta hacia los laterales debido a la inestabilidad. Este es otro de los síntomas experimentados por quienes sufren de pie cavo.
Causas
Con base en lo expuesto hasta ahora, puede concluirse que el pie cavo es una patología que generalmente nace con la persona, debido a una anormalidad heredada. Asimismo, este trastorno puede ser causado por desórdenes de tipo neuro músculo esquelético, cuya aparición se origina como consecuencia de una enfermedad o de forma aislada.
Por ejemplo, entre las patologías causantes podemos mencionar las quemaduras, polio y parálisis cerebral. Además, está la hipertonía muscular, que es cuando la conexión entre la médula espinal y el cerebro resulta afectada, por lo que los músculos se contraen.
Solución
El pie cavo no tiene cura mediante medicamentos. Sin embargo, es posible detener su desarrollo para evitar que, con el paso de los años, los síntomas se acentúen más.
Debido a que el pie cavo se caracteriza por poseer falta de estabilidad, una medida bastante acertada a tomar en consideración es la selección de un calzado especial.
En este sentido, existen los zapatos para pies cavos, que incorporan un puente pronunciado en la planta interior, con el propósito de que el pie se acople a dicha área y consiga tanto el soporte como el descanso necesario para evitar los efectos negativos del exceso de presión.
Además, quienes usan zapatillas de running y tienen pie cavo, pueden incorporar a ellas una plantilla confeccionada a medida, que podrá satisfacer las necesidades puntuales del individuo al minimizar los síntomas de la patología, dejando en el pasado los mitos acerca de los efectos secundarios de las plantillas ortopédicas.
Por otra parte, es conveniente combatir a nivel muscular la rigidez producida por los pies cavos. Para ello, se recomienda darle movilidad a todas las partes del pie, mediante una rutina diaria de estiramiento de la parte trasera del cuerpo, abarcando el área lumbar, los glúteos, el músculo femoral y los gemelos.
Lo ideal es consultar a un especialista para que le practique al paciente un estudio biomecánico dirigido a la pisada. De esta manera, determinará la magnitud de la patología, de acuerdo a la presión generada por la huella sobre la superficie en observación.
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